Lo que trajo Filomena y Hortense se llevó.
Imagen del satélite Copernicus Sentinel-3 del 12 de enero de 2021, mostrando la extensión de la cubierta de nieve sobre la Península Ibérica. Fuente: European Space Agency: https://www.esa.int/
Termina un mes de enero muy activo desde el punto de vista meteorológico, y que se ha ganado un puesto de honor en las efemérides por numerosos motivos.
Para ponernos en contexto, recordemos que desde el año 2017, la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) participa dentro del Grupo Suroeste europeo, formado por los Servicios Meteorológicos de Portugal (IPMA), Francia (Météo-France) y Bélgica (RMI) en el programa de seguimiento de borrascas con gran impacto. Esto se traduce en que año tras año, las borrascas extratropicales de mayor intensidad y excepcionalidad que circulan por nuestras latitudes son nombradas por estos organismos siguiendo un listado alfabético. Pues bien, el mes de enero de 2021 ha finalizado con hasta 5 borrascas de alto impacto, un récord hasta la fecha, y que además de uno u otro modo, han impactado de lleno en distintas regiones del territorio español.
De todas ellas, quizás la más mediática por las zonas afectadas y lo inusual de sus consecuencias fue Filomena. Filomena no fue una borrasca particularmente profunda, ni generada a través de un proceso de ciclogénesis explosiva como tantas otras veces se nos ha anunciado en los medios de comunicación. Fue su paulatino movimiento de sur a norte, inyectando continuamente humedad desde las zonas subtropicales, el que produjo intensas y abundantes precipitaciones. Estas bandas de precipitación que se adentraban desde el Atlántico se encontraron con una masa de frío originada a raíz de las continuas irrupciones polares acontecidas durante los días previos. La conjunción de estos factores fue lo que dio lugar a lo que se conoce en meteorología como choque de masas, justo sobre la vertical de la Península Ibérica.
¿El resultado? La imagen del satélite Copernicus Sentinel-3 del 12 de enero, cuando Filomena ya era historia, habla por sí sola: amplias extensiones de la Península Ibérica quedaron cubiertas por hasta 50 cm de nieve tras las fuertes nevadas registradas y nunca vistas en las últimas décadas en ciudades como Toledo, Madrid o Zaragoza, con el consiguiente colapso de estas urbes tan poco acostumbradas a nevadas más típicas de las zonas de alta montaña. Una nevada bautizada como la nevada del siglo que, a pesar de su carácter extraordinario, fue prevista en gran medida por los principales modelos meteorológicos con un grado de antelación y precisión que hubiese resultado sorprendente hace tan solo unos años.
Las consecuencias de Filomena se hicieron notar durante días, al desencadenarse una anómala ola de frío, la más intensa en al menos 30 años, fruto de la gran extensión de nieve acumulada. Las bajas temperaturas registradas provocaron que el manto blanco que cubría gran parte de la Península apenas mermara, hasta que 12 días después de los primeros copos, la borrasca Gaetan arrastró una masa de aire atlántico más templado, subiendo la temperatura y favoreciendo el deshielo. Sin embargo, fue Hortense, una nueva borrasca atlántica que atravesó el país tan solo 24 horas después, la que terminó de borrar el rastro de Filomena. Y lo hizo dejando su propia huella, en forma de rachas de viento huracanadas y numerosas tormentas acompañadas de aparato eléctrico, algo completamente inusual para un mes de enero.
Desde Meteosim, seguimos atentamente estos fenómenos de alto impacto en nuestra sociedad. En particular, mediante el uso de herramientas de modelización, ofrecemos servicios meteorológicos tales como la generación de mapas o la emisión de alertas que permiten anticiparnos a estos eventos y prevenir sus posibles consecuencias.